Ganadores concurso Safari Fotográfico 2024

Estamos emocionados de anunciar a los ganadores del concurso de fotografía "Safari Fotográfico". Este año, nuestra convocatoria reunió a talentosos participantes que compartieron sus mejores capturas, reflejando la belleza y diversidad del mundo natural. De entre los seis finalistas seleccionados, un jurado experto tuvo la difícil tarea de elegir a los tres ganadores definitivos.
Finalistas destacados:
Antes de revelar a los ganadores, queremos felicitar a nuestros seis finalistas. Sus fotografías destacaron por su creatividad, técnica y habilidad para contar historias visuales:
- Sofía Radrigán del 7°C con su relato "Sueños y sombras"
- Emilia Tello del II°D con su relato "La soledad"
- Fernanda Salinas del I°B con su relato "Luces"
- Aranza Donoso del I°C con su relato "Abandono"
- Tomás Moreno del III°A con su relato "Tiempo"
- Benjamín Leal del III°A con su relato "Misterio y encuentro"
Ganadores del "Safari Fotográfico" 2024:
Tercer Lugar
Tomás Moreno III°A - "Tiempo"
Relato escrito:
El tiempo es algo que nos acompaña desde el día en que nacemos aunque no lo veamos ni lo pensemos mucho. Es como si todos lleváramos un reloj de arena adentro marcando nuestro paso por la vida. Ese reloj, aunque no se vea, siempre está ahí dejándonos avanzar sin detenernos. Y aunque a veces se nos olvida, el tiempo sigue su curso, sea cual sea la etapa de nuestra vida.
Pensemos en un niño. su reloj de arena apenas a comenzado a correr. Para él la vida es una aventura llena de cosas nuevas por descubrir. No tiene preocupaciones ni siente el peso del tiempo, simplemente vive el día a día disfrutando cada momento. Su reloj de arena esta lleno y él lo vive como si tuviera toda la eternidad por delante. Cada día es un nuevo descubrimiento, una nueva experiencia y el tiempo parece algo lejano, casi eterno.
Luego esta el joven, alguien que ya ha vivido un poco más y empieza a darse cuenta de que el tiempo no es tan infinito como parecía. Su reloj de arena está a la mitad y aunque todavía tiene mucho tiempo por delante, ya empieza a sentir que necesita aprovecharlo. Sabe que debe tomar decisiones que hay cosas que tiene que hacer y caminos que tiene que elegir. Empieza a ver que el tiempo pasa y que tiene que moverse para cumplir sus metas y sueños. Para él el tiempo ya no es algo sin fin, sino alfo que empieza a tener límites.
Finalmente llegamos al adulto a alguien que ya ha vivido muchas cosas y ve que su reloj de arena está cerca de vaciarse. Para él, el tiempo se ha vuelto algo más preciado, algo que ya no se da por sentado. Ha pasado por muchas experiencias, ha tenido éxitos y también momentos difíciles. Ahora cada minuto es algo valioso y sabe que no puede volver atrás. Se da cuenta de que lo que lo que le queda de tiempo es algo que debe aprovechar al máximo sabiendo que cada grano de arena que cae es un momento único que no volverá.
Este reloj de arena que todos llevamos nos recuerda que la vida es corta y que el tiempo no se detiene por nadie. Cada etapa de nuestra vida nos da algo especial y es nuestra responsabilidad aprovechar cada momento, vivir con propósito y darle sentido a lo que hacemos. Quizás, al final, el verdadero secreto de la vida es aceptar el paso del tiempo y vivir cada día como si fuera el último, llenando cada segundo de amor, risas y recuerdos que valgan la pena.
Segundo Lugar
Sofía Radrigán 7°C - "Sueños y sombras"
Relato escrito:
En la vida, las sombras nos atraen por el misterio y los miedos que con llevan, a la vez, los sueños son la iluminación de esperanza y vida. Es por ello que trabajar con y sin luz es una forma de dibujar los sueños que buscamos.
En estas fotos quería representar como los sueños nos puede hacer llegar sentir como una realidad, es como salir de tu cuerpo mientras duermes.
Al final quise transmitir los sueños y las sombras a veces se asemejan mucho y con ello pude hacer llegar en estas fotos el fiel reflejo de ello
Primer Lugar
Aranza Donoso I°C - "Abandono"
Relato escrito: "La huella de mamá"
Esa noche me despertó el ruido de la puerta abriéndose. Me asomé al pasillo y vi la silueta de mamá. Ella se estaba alejando; llevaba puesto su abrigo, ese que tanto me gustaba, y también un bolso colgando de su hombro, uno que parecía bastante pesado. Su mirada, como nunca antes, estaba fija, fija hacia el final del pasillo.
Papá apareció en silencio detrás de ella y la llamó, pero mamá no se giró. Caminaba rápido, incluso más rápido cuando él la llamó. Mamá nunca se veía así; siempre sonreía, aunque estuviera cansada, aunque me portara mal con ella. Ella nunca dejaba de ser feliz, o al menos eso creía yo, porque justo ahora parecía alguien distinta, como si fuera otra persona. No entendía qué estaba pasando: mamá se estaba yendo y yo no sabía si volvería.
Papá, a la vez, trataba de alcanzarla, pero era inútil. Ella ya estaba decidida, decidida a dejarme, a abandonarnos. Sentí que algo se rompía en mí, en mi padre y en nuestro hogar, como si todo estuviera a punto de desmoronarse. Solo quería correr hacia ellos y pedirles que pararan, que volvieran a casa, que todo fuera como antes.
Al final vi a ambos yéndose por ese oscuro pasillo, pero los dos tenían un semblante distinto. Se notaba que papá intentaba que no se fuera, a toda costa, aún intentando convencerla, y mamá, ensimismada, lo único que demostraba era un deseo enorme por dejar el lugar, aquel que era nuestro hogar.
No supe cuánto tiempo pasó. Me quedé ahí, en el silencio, mirando hacia el pasillo vacío, ese al cual yo tanto le temía, el que no podía cruzar sin ella, sin mi madre. Aunque era pequeño, de alguna manera sabía que, aunque mamá volviera algún día, algo esa noche había cambiado, algo que mi mente aún no lograba entender del todo. Pero, aun así, sabía que nada estaba bien, y eso dolía como nunca.